La boomba de humo emprendedora

He hecho una auténtica boomba de humo emprendedora (no me escondo)

Sí. Ya lo sé. Llevo TRES AÑAZOS sin aparecer por el blog explosivo y pretendo volver, así, como si nada. ¿Pero quién se cree esta tía? Quizás estás pensando eso. Aunque, siendo realistas: ¿quién me creo? Obviamente, a ti, lector que ha llegado hasta aquí por alguna extraña carambola del SEO, te dará exactamente igual que yo vuelva a escribir mis mierders emprendedoras por aquí.

Pero como el blog es mío –las cosas como son- puedo permitirme ponerme cansina y escribir lo que me dé la gana. Como si le importara a alguien. Y me apetece explicar el porqué de esta boomba de humo. No sé, llámame loca, pero me parecía raro volver a publicar por aquí obviando este abandono.

Entonando el «mea culpa» emprendedor

Hace casi siete años que creé La Boombilla, pero no te miento si confieso que, si bien los tres primeros años fueron todo aprendizaje y trabajo inagotable casi a cualquier precio, estos tres últimos han sido un auténtico máster en malabares (o gestión de proyectos, como quieras llamarlo). En organización y optimización del tiempo. En aprender a delegar o a decir “no” (qué difícil asignatura esta última). Porque hace tres años no solo asumí un gran cambio en mi vida personal, también lo hice en mi vida profesional aceptando un proyecto con el que me comprometía a crear una cantidad de contenidos que, sinceramente, al principio creí imposible.

Me metí en una auténtica espiral de teclear sin parar. A mis días parecían haberles robado horas a bocados y llegué a sentir terror al ver cómo comenzaba a escasear mi capacidad creativa. Una parte importante de ese trabajito interno que me tocó asumir se basó en renunciar a muchas partes de La Boombilla –o de mí misma-. Y aunque fui consciente de ello, sencillamente, fue la única manera que encontré de librar esa batalla. Ojalá nos hablaran a los emprendedores de todas las piedras que podemos encontrar en el camino o de las constantes renuncias que implica vivir de tu propio proyecto. ¿Pero quién quiere ser la emprendedora perfecta? Yo no.

Inhalar. Exhalar… Dejo la mente en blanco. Solo escucho el sonido de mi respiración. Estoy en el suelo. Acabo de salir de ese caótico torbellino que ha sido mi vida estos últimos años, con el pelo revuelto y algunas heridas aún. Vaya viaje… Es el momento de tomar aire, reconectar con mi esencia. Recalcular la ruta.

Recuerdo con una sonrisa en los labios los esquemas que pintaba cuando La Boombilla aún solo existía en mi cabeza. En ellos trataba de plasmar (en una versión de lo más naíf) todos esos objetivos que me proponía. Es curioso: no queda mucho para el séptimo aniversario de La Boombilla y vuelvo a sentir ese cosquilleo de verme ante un nuevo comienzo. Volver a armarme de papel y lápiz. Fantasear con nuevos proyectos. Escapar de mi zona de confort. Repoblar mis reservas de creatividad. Aprender día a día y volver a dibujar esquemas con mil colores y horizontes que hoy parecerán imposibles… Solo el tiempo dirá si realmente lo son… 

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